La Laguna de Sonso, el comienzo de una nueva esperanza
- Sofía Triviño Mejía
- 17 may 2016
- 6 Min. de lectura
Hacia la vereda El Porvenir

Era un martes 13 de mayo de 2016, el día de la mala suerte según los supersticiosos, el mismo día en el que tenía que madrugar a las 5:00 am para ir hacia el municipio de Buga con tres compañeros de clase, uno de ellos me iba a recoger para ir hacia las oficinas de la CVC. La idea era que de ahí partiríamos hacia Buga donde se encuentra la famosa Laguna de Sonso. Antes de dirigirme hacia allá quería estar informada, así que me puse a consultar un poco sobre ella. La fascinación que sostenía mi cara era increíble al saber que era el humedal más grande del Valle del Cauca y que era el hogar de miles de plantas y animales acuáticos y terrestres. En las fotos era simplemente hermosa.
Me di cuenta de que los problemas de la Laguna de Sonso eran varios; primero: el buchón es la planta acuática que se posa en las superficies de agua, esta ayuda a purificar el agua, pero en grandes cantidades tapa la superficie y le impide la entrada del sol agotando el oxígeno, por lo tanto los animales acuáticos no podrían vivir. Segundo, un particular sin autorización ambiental le mandó a construir un dique alrededor de la zona norte. este muro modificó el curso natural de la laguna dejándola casi seca ya que se taponó el canal Caño Nuevo, haciendo otro canal artificial que se dirigían hacia los cultivos de caña de azúcar del particular.
Mi cara cambió repentinamente, era triste saber que el hombre no mide el daño ambiental que la avaricia causa y que prefiere arrasar con toda la naturaleza a ver un terreno sin construcciones, lleno de vida, de esperanza. El sol que estaba haciendo se nublaba en mi mente, pues tuve eso en mi cabeza todo el camino.

Fue un recorrido largo, pues había tráfico al salir de Cali. Se nos hizo eterno el camino así que empecé a escuchar música con los audífonos que llevaba en el bolsillo. Cuando estábamos llegando, en medio de esa selva que era llena de verdes azulados y amarillentos, vi unos colores primarios que resaltaban al final del camino, pues era nuestra hermosa bandera sostenida por militares como si estuvieran dándonos la bienvenida. Me sentí orgullosa de estar en un país tan bello como lo es Colombia, invadida de gente firme que representa con dignidad el país, pues Colombia no es solo corrupción y narcotráfico, también hay bondad, gente alegre y llena de esperanza, gente luchadora que busca el sostenimiento de su familia, gente que le brinda una calurosa bienvenida a todo aquel extranjero que pase por nuestras tierras. Es el segundo país más megadiverso en flora y fauna. Sencillamente un espléndido país.
Cuando el bus paró nos bajamos y observamos a los militares y unos civiles esperando para darnos la información, pues querían que aquel reconocimiento fuera público a través de los medios de comunicación que fueron con nosotros. El paisaje en el que nos encontrábamos era selvático. Se podía ver la zona de la amortiguación de la laguna junto con el camino que la demolición del dique había dejado. Seguidamente se encontraban militares por todas partes regados, incluso en partes que apenas se veía la silueta entre la selva. Proseguimos a entrar en un salón pequeño en el que iban a dar el discurso, pues todo estaba preparado.

En la mesa se encontraban cuatro personas; dos de la CVC y dos miliares del batallón Agustín Codazzi, pues estos eran los representantes detrás de las cientos de personas que participaron para la recuperación de la zona norte de la laguna. Decidimos sentarnos en la primera fila para escuchar bien lo que decían. Era algo raro al ser atendidos como si fuéramos periodistas de profesión, la atención que nos brindaron era la misma que recibían los noticieros que venían a registrar la entrega del reconocimiento.
''Vimos entonces la desgracia que había sucedido, nos vimos envueltos en escándalos, nos cuestionaron y tuvimos que responder, explicar y replicar hechos a los que en algún momento ni siquiera nosotros mismos podíamos encontrarle alguna explicación. Pero como la grandeza del hombre no está en caerse sino saberse levantar para seguir adelante, como el ave fénix decidimos resurgir de lo que en ese momento no eran más que cenizas'' dijo el director general de la Corporación Autónoma Regional del Valle del Cauca (CVC) Rubén Dario Materón durante la conferencia al introducir el tema en la reunión. Se explicó cómo fue el proceso en el cual se demoraron un poco más de 60 días para la reconstrucción de la zona de amortiguación de la Laguna de Sonso. ''El acontecimiento convocó a todas las instituciones públicas y privadas, horrorizó a los medios de comunicación, alertó a la comunidad y le hizo saber a las autoridades que todavía y aún viendo las condiciones climáticas del mundo, hay quienes no tienen temor de Dios cuando de hacer daño se trata y van acabando con la naturaleza por agrandar sus fortunas'', exactamente las palabras que faltaban por ser divulgadas en la charla, aquellas que en un principio habían estado rondando mi cabeza en la madrugada de ese mismo día.
En el final del discurso, una de las frases finales fue: ''Devolvemos a la zona sus condiciones naturales y a la laguna su capacidad hidráulica'' . Al escuchar este enunciado, una sensación de satisfacción recorrió mi cuerpo al saber que junto con la ayuda militar pudieron reconstruir el daño ambiental que el particular había causado a finales del año pasado, y que ahora más que nunca sabían que tenían que establecer un compromiso para evitar estos perjuicios: la conservación y vigilancia del entorno.
Hacia el interior de la laguna

Ya habíamos estado en la zona de amortiguación de la Laguna de Sonso, era hora de ir a donde se encontraba la laguna como tal. Lo primero que nos dijeron fue que atravesaríamos una zona de avistamiento de aves y nos ofrecieron binoculares por si queríamos verlas. Mis ojos se dirigieron hacia donde estaban los binoculares, los tenía un niño de piel canela, con una mirada que provocaba ternura en mí, pues él quería portar los binoculares pero una de mis compañeras quería apreciarlas y él los cedió.
Mientras caminábamos sobre la selva de la vereda El porvenir, pude ir haciendo tomas fotográficas, pues quería deleitarme con aquel recuerdo más adelante cuando mi memoria los hubiese borrado de mi mente. Escuché una voz delicada que salía al parecer de la boca de un niño, nuevamente era aquel que había cautivada mi mirada al principio de la caminata. Jhonatan Stiven era su nombre, pues me acerqué y estaba hablando de botánica, explicándole a la gente qué flores habían en el lugar y su tiempo de vida. Tengo cierta ternura hacia los niños, en especial cuando hacen labores sanas y de admirar. Empecé a preguntarle cosas sobre cómo había llegado a interesarse tanto por la botánica y qué quería ser cuando estuviera más grande, dijo que le gustaba la mecánica y la botánica, pero que quería ser ingeniero mecánico y que en sus tiempos libres se venía hacia la laguna a aprender en bicicleta, pues disfrutaba mucho del conocimiento que la naturaleza le podía brindar.
Fue grato haber charlado con el joven, me entretuvo todo el camino. Atravesamos dos miradores, el segundo era el último. Tenía tres pisos y desde arriba se podía ver todo el panorama. La vista era similar a la de un desierto debido a que estaban en reconstrucción de lo que aquel hombre sin razón alguna mandó a deforestar, apenas estaba renaciendo la vida en ese lugar. Además de el calor tan aterrador que estaba haciendo. Pude observar algo brillante en el fondo del paisaje, era la Laguna de Sonso con unos puntos blancos sobre ella, unas espléndidas garzas. al rededor se observaba verde debido al buchón de agua que cubría gran parte de la laguna, el problema con esta planta es que se reproduce muy rápido y no han podido acabar con esta maleza ya que es una amenaza para la vida acuática.

El recorrido finalizó devolviéndonos hacia el batallón en carros disponibles para todos nosotros. Cuando llegamos nos tenían un delicioso refrigerio, el hambre que sentía era voraz, era como si mi estómago quisiera comerse las paredes de mi cuerpo. Pues ya era la 1:00 pm y no habíamos almorzado. Finalizada la merienda, nos dirigimos hacia el bus despidiéndonos de todos. Mientras me despedía solo podía pensar que era una labor dura ser militar, pues les toca estar parados en todo el bosque, en algunas ocasiones solos, en medio de la nada con las brasas de ese sol ardiente tocando sus cabezas y ese uniforme cubriéndoles cada parte de su cuerpo. Más aún lejos de sus familias.
Aquella grata visita me dejó la memoria llena de conocimiento que desconocía, me permitió valorar el trabajo que los militares hacen y que muchas veces no nos damos cuenta del gran sacrificio por el que tienen que pasar para que tengamos una mejor calidad de vida. Me dejó la esperanza de que la juventud no está del todo perdida, pues así como Jhonatan hay muchos jóvenes que ocupan sus mentes en algo productivo. Después de todo, los viernes 13 de mi mes no son malos como la gente cree, por el contrario ese día fue de una satisfactoria experiencia.
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